
La vida y los milagros.
Empezó la guerra, tenía diez años escasos, vivía en un pueblo perdido pero fructífero en trigo y carne de oveja.
Mi família: diez hermanos, yo la más pequeña de todos, correteaba por casa, feliz, dibujando, cuidando de los potrillos recién nacidos.
Mi família se dedicaba a llevar huevos a otras ciudades, como Zaragoza y Navarra, a cambio de aceite que luego cambiavamos por otros alimentos en el pueblo.
Mi madre era experta en colocar huevos, tres en cada mano, ágilmente, en aquellos grandes cajones; una de huevos, una de paja, para que no se rompieran con el trote del carro del camino.
Nos vinieron a buscar las monedas de plata, y nos las cambiaron por monedas de metal con caras de gobernantes.
Se llevaron la campana de la iglesia, para hacer bombas, y nos dejaron una de latón.
Mis hermanos, los chicos, eran cuatro, y tres se los llevaron al frente, les pilló la guerra haciendo la mili, seis años de mili.
Murieron cinco chicos en el frente, uno de nuestros criados, uno de la plaza, y otros dos. Muy buenos chicos todos.
Uno de mis hermanos estuvo a punto de caer, estaba en Teruel, estaban rodeados y se escapó de milagro por la única rendija de espacio que encontró.
Todos los días los otros decían por la radio, mañana vamos a tomar café a Zaragoza, pero nunca llegaron.
Nosotros no pasamos mucha hambre, porqué éramos los que repartiamos las raciones al resto del pueblo.
Allí no hubo tiroteos, ni bombas.
Había guerra, se íban a la guerra y volvían, o no.
En Barcelona y Valencia fue muchísimo peor, les bombardeaban, y no tenían nada para comer.
Una mujer de madrid se vino a Soria, y le preguntaron porqué, ella dijo que un día había visto un tren lleno de pan, para dar a la gente de Madrid, ella les preguntó, ¿de dónde viene el pan?, y le dijeron, viene de Soria. Lo más pronto que pudo, cogió todo lo que le quedaba y a su família y se fue a Soria, porqué pensó que si allí había pan, allí podría comer.
Se llevaron el oro, se llevaron a los niños para que no los mataran.
Mataron a los padres.
Unos vecinos acusaban a otros de masones, para que se los llevaran.
Estaba todo tranquilo hasta que un día llegaron unos señores que lo querían todo para ellos.
Tristes circunstancias, que la gente olvida, la gente se piensa que el mundo siempre ha sido así, tan facil.
Ahora estamos en el mejor momento, en el mejor lugar del mundo, en las mejores circunstancias, que ha habido nunca... para ser como queramos, para hacer lo que queramos, sin límites...
Los jóvenes no se involucran, les han lavado la cabeza, con la história de tener cosas materiales, de dar una imagen, que sólo les sirve para endeudarse como personas, para perder el tiempo. Tener tantas cosas, y no tener tiempo para disfrutarlas.
Hay que vivir para trabajar, ahora que se puede.
¡Salud!
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